jueves, 7 de mayo de 2015

Fernando Pessoa y la revista "Orpheu" (1915-2015): cien años del Modernismo portugués

La obra de Fernando Pessoa constituye uno de los mitos más fascinantes de la poesía moderna y uno de sus mayores enigmas. Sabido es que el poeta portugués creó —aunque lo más exacto sería decir que fue creado por ellos— cuatro grandes poetas diferenciados desde el punto de vista poético-estilístico: Alberto CaeiroRicardo ReisÁlvaro de Campos y el propio Fernando Pessoa, tres heterónimos y un ortónimo. La obra de Pessoa, como un río que se escinde en cuatro brazos, integra de este modo cuatro obras poéticas distintas, aunque relacionadas entre sí. El autor del Mensaje llegó incluso a inventar una biografía para cada uno de sus heterónimos.

Retrato de Pessoa, por Almada Negreiros
Pero los heterónimos pessoanos son muy distintos a otros célebres heterónimos de la literatura como Tomé de Burguillos, Juan de Mairena o Jusep Torres Campalans. Estos no contradicen o niegan a sus ortónimos, esto es, a Lope de Vega, Antonio Machado y Max Aub. Como señala Octavio Paz en Cuadrivio, Juan de Mairena es una máscara transparente: bajo ella trasluce el rostro de Machado. Alberto Caeiro, en cambio, es una máscara que hace posible la transformación de Pessoa en un poeta diferente de él, una máscara a través de la cual se realiza el tránsito hacia «el desconocido de sí mismo».

«O poeta é um fingidor»

En realidad Pessoa lleva a la práctica la intuición de que el hombre no es uno, sino muchos. La idea de alteridad (o multiplicidad en el caso pessoano) fue expresada ya por Rimbaud de forma memorable en su célebre carta a George Izambard con el dicho Je est un autre («Yo es otro»), que condensa uno de los hilos de reflexión más atrayentes de la literatura moderna. Si por un lado esta intuición se halla estrechamente vinculada con la crítica filosófica de la visión monolítica del sujeto, por otro lado está emparentada con la poética del teatro y sus derivaciones teórico-prácticas en el terreno de la lírica (como la «capacidad negativa» de John Keats o el monólogo dramático de Browning). No es nada extraño que Pessoa, que se consideraba un poeta dramático, denominara drama em gente a la producción literaria de sus heterónimos. Sin embargo, como aclara Pazla relación entre Pessoa y sus heterónimos no es idéntica a la del dramaturgo con sus personajes: el portugués «no es un inventor de personajes-poetas sino un creador de obras-de poetas.»

Cubierta del n. 1 de Orpheu
Pessoa, Sá-Carneiro y Almada-Negreiros
La visión del yo como pluralidad o como posibilidad de ser otro sin dejar de ser uno mismo ha encontrado diferentes formulaciones a lo largo de la historia de la poesía, pero acaso el drama em gente pessoano sea su expresión más acabada. Tal vez haya sido este género, el poético, el que ha generado al cabo la crítica más radical de la concepción cartesiana del sujeto porque, a partir del romanticismo y durante mucho tiempo, ha recaído sobre él la misión de expresar el yo del autor, un yo indivisible, cerrado sobre sí mismo. Desde Pessoa sabemos que el poeta es un fingidor, y que «finge tan complemente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente». 

Cien años de la revista Orpheu

Pessoa fundó, junto a Mário Sá-Carneiro, José de Almada Negreiros, Santa-Rita Pintor y otros autores, la revista Orpheu en Lisboa en el año 1915, si bien el proyecto se presentó como un proyecto luso-brasileño. Solo se editaron dos números. El tercero no llegó a ver la luz debido a problemas financieros. Pese a tan efímera vida, la influencia de la revista fue notable y duradera, pues generó un movimiento de renovación de la literatura y el arte portugueses, además de presentar a un grupo de escritores y artistas plásticos que se conocerán más tarde como generación de Orpheu, grupo que se constituirá en el núcleo precursor del Modernismo portugués, y al que hay que sumar, junto a los nombres citados, el de Amadeo de Souza-Cardoso, el pintor que abre las puertas a la modernidad artística en Portugal.

Robert Delaunay. Portuguesa (La gran portuguesa). 1916
La repercusión de Orpheu fue en efecto considerable. Tanto es así que se denominó Orfismo al primer momento del Modernismo portugués, una fase muy influenciada por las vanguardias vigentes en esos años, sobre todo por el futurismo y el cubismo. Conviene tener presente que el Modernismo portugués, lo mismo que el Modernism anglosajón, son movimientos que se corresponden con las vanguardias históricas; no deben confundirse ni con el Modernismo hispanoamericano ni con el Modernismo artístico. El término «modernismo» en portugués equivale en español al de «vanguardia».

Orpheu representa, por tanto, la introducción de la estética vanguardista en la literatura y el arte de Portugal. Están presentes en la revista el afán de universalidad, la fascinación por lo nuevo y la voluntad de romper con el tradicionalismo literario, aunque conviene precisar que en sus páginas se dio más bien un encuentro del pasado y el presente de la creación literaria y plástica portuguesas. Pese a ello Orpheu no fue bien recibida en los círculos académicos y provocó una reacción conservadora, como recordaría más tarde Fernando Pessoa, debido más que nada al escándalo que suscitaron el poema «16» de Sá-Carneiro y la «Oda Triunfal» de Álvaro de Campos, publicados en el primer número.

Estos dos escritores, Sá-Carneiro y Pessoa fueron en realidad los responsables últimos de la revista. Este último constituye sin duda la figura más sobresaliente del Modernismo luso. Su obra múltiple representa, como decíamos al principio, una de las cimas de la poesía moderna; su «vida plural», un enigma que sigue interrogándonos hoy en día, aunque sepamos, como dice Caeiro —el maestro heterónimo de Pessoa—, que «las cosas son lo que son».

Te ofrecemos a continuación una selección de obras sobre Pessoa y Orpheu disponibles en la biblioteca:

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